miércoles, 24 de noviembre de 2010

El modelo de desarrollo rural sustentable y la agroecología

Guzmán, González, Sevilla consideran que el pensamiento científico liberal entiende el concepto de desarrollo dentro de la economía, como el crecimiento económico acompañado de un cambio social y cultural de una determinada sociedad, sin embargo consideran, que no se debe desligar el concepto de las palabras que le originaron; evolución, crecimiento y maduración. Insisten en que el concepto de desarrollo debe ser entendido, como un cambio favorable, un paso de lo simple a lo complejo, de lo inferior a lo superior, un avance hacia una meta deseable, por lo tanto va mas allá, hablar de desarrollo implica una situación no concluida, una cuestión en constante evolución. Siguiendo a estos autores, si el desarrollo esta centrado en las áreas rurales en las que se pretende mejorar la calidad de vida de su población, a través de procesos de participación local y mediante la potencialización de sus recursos propios, éste se define como desarrollo rural. Son diversos trasfondos teóricos en los cuales se puede concebir el desarrollo rural, pero por ahora nos centraremos en el desarrollo rural sostenible desde la propuesta de la agroecología, la cual consideran Caporal y Morales (2006) es la base de una verdadera sustentabilidad rural, en este sentido explican que la actividad agrícola, desde esta perspectiva, necesita proteger y conservar los recursos naturales, así como producir alimentos sanos, libres de contaminantes químicos y accesibles a toda la población. Agregan que, la agricultura para ser sustentable no puede ser causante del éxodo rural, y no puede ser responsable por la contaminación del aire, del suelo y del agua. Por lo tanto Guzmán, González, Sevilla (2000) coinciden con que el concepto de agroecología se basa en el manejo ecológico de los recursos naturales para el diseño de métodos de desarrollo endógeno, así mismo necesita utilizar en la mayor medida posible los elementos de residencia específicos de cada entidad local. Estos autores, sostienen que a través de la agricultura participativa las formas de acción social colectivas potencian su capacidad endógena de transformar. Lo endógeno debe visualizarse como algo en continuo movimiento en donde cabe la internalización de lo externo, siempre y cuando tal asimilación respete la identidad local y como parte de ella, la auto definición de calidad de vida y que no resultan agresivos, ni antitéticos a su lógica de funcionamiento (Guzmán, González, Sevilla 2000). Asumir como viable y urgente un modelo de producción como el ya expuesto, implica más que el aprovechamiento responsable del uso de los recursos naturales del campo, ya que propone una lógica distinta de entender al ser humano en su relación y compromiso las demás formas de vida y con el medio ambiente.

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