miércoles, 24 de noviembre de 2010

Pérdida de biodiversidad y conclusiones

PÉRDIDA DE BIODIVERSIDAD

El acelerado deterioro de los ambientes naturales (lagunas, selvas, bosques, pantanos y otros), a nivel mundial, está provocando una reducción de las poblaciones de fauna y flora. En sólo 400 años han desaparecido poco más de 117 especies de mamíferos y otras 510 están amenazadas o en peligro de extinción.36 Si bien es cierto que de manera natural sucede la extinción de especies y la modificación de ecosistemas naturales, lo alarmante en este sentido son los niveles que se han alcanzado en las últimas cinco décadas. May37 indica que aproximadamente la mitad de todas las especies del planeta desaparecerán durante el presente siglo.
La destrucción de la selva y otros ecosistemas naturales y su transformación en agroecosistemas (pastizales, mono o policultivos, asentamientos humanos, etc.) están provocando una considerable reducción de la riqueza biológica. Se estima que en los últimos cuarenta años se ha destruido poco más de la mitad de las selvas. La Food and Agriculture Organization (FAO) estimó para 1980 una tasa de destrucción de las selvas de 114,000 km2/año; para 1990 esta cifra se incrementó a 160,200,000 km2. Es decir, 20 millones de hectáreas de selva desaparecieron al año a nivel mundial.
Pero, ¿cuál es la importancia de las selvas? Las selvas son uno de los ecosistemas terrestres más diversos y complejos, ocupan tan sólo el 10% de la superficie terrestre y alojan entre el 50 y 80% de todas las especies existentes en el mundo. Su deforestación repercute, además, en la recarga de los mantos acuíferos, la pérdida de suelo, el régimen de lluvias y los aportes de CO2 a la atmósfera.
La flora de México es considerada como una de las más ricas y variadas del mundo, esto se debe a su situación geográfica, su fisiografía y a la diversidad de sus climas.38 El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF)39 señala que de las 152 ecoregiones terrestres identificadas en América Latina, 52 se encuentran en México, por lo cual nuestro país contribuye de manera importante a la biodiversidad. De modo tal que en los bosques templados mexicanos crece el mayor número de especies de pino (52) y de encino (138), la mayoría de ellas endémicas. En tanto que los desiertos de México albergan el mayor número de cactáceas del mundo y el 52% de ellas son endémicas.
El modelo de agricultura industrial ha privilegiado el monocultivo lo que ha dado lugar a una erosión genética, aspecto que ha sido alarmante desde los inicios de los años setenta. Actualmente, la agricultura mundial se caracteriza por cultivar no más de 12 especies de granos, 23 de hortalizas y cerca de 35 de frutales,40 en otras palabras, no más de 70 especies cultivadas están presentes en cerca de un millón y medio de hectáreas de tierras cultivadas en el mundo. Por ejemplo, en los Estados Unidos del 60 al 70% del total del área cultivada con frijol es plantada sólo con dos o tres variedades; mientras que el 72% del área cultivada con papa, con cerca de cuatro variedades y el 53% del área algodonera, con únicamente tres variedades.41

CONCLUSIONES

Se puede concluir que la agricultura ha tenido un impacto decisivo en el desarrollo de la sociedad, pero también en el deterioro de la salud humana, de la vida silvestre y del ambiente. Para revertir o mitigar el impacto de la agricultura en el ambiente se requieren estrategias integrales o enfoques agroecológicos que permitan desarrollar una agricultura más “amigable” ambientalmente hablando. Finalmente, el desarrollo económico de los países y el progreso de la agricultura no deben estar en oposición al desarrollo de una agricultura sustentable.

Degradación del suelo,fertilizantes y la deforestación

DEGRADACIÓN DEL SUELO

La agricultura ha contribuido a la degradación del suelo de diversas maneras. Esto incluye la pérdida de la fertilidad, la salinización, la contaminación por agroquímicos, la erosión debida a la eliminación de la cubierta vegetal por el sobrepastoreo o el movimiento constante del suelo. Todos estos tipos de degradación causan que la capacidad productiva del suelo disminuya, reduciéndose, por consecuencia, el rendimiento agrícola. Bajo estas condiciones, el productor requiere emplear cada vez más fertilizante para mantener los mismos rendimientos. Países en África y Latinoamérica son los que muestran los niveles más altos de degradación del suelo
La degradación del suelo se produce también debido a la compactación por maquinaria agrícola y a la reducción del contenido de materia orgánica, lo cual afecta a la estructura y a la composición del suelo. El uso de plaguicidas altera indirectamente la estructura del suelo a través de su impacto en la edafofauna.12 Los plaguicidas, herbicidas y funguicidas tienen un efecto directo en la biodiversidad, tanto de vertebrados como de invertebrados.13 Finalmente todo esto contribuye a incrementar la tasa de erosión del suelo.
En México son graves los problemas de salinización en el noreste del país, de deforestación en el sureste y de erosión acelerada en un 80% del territorio. Las altas tasas de erosión en el país se deben al cultivo intensivo de maíz y a la ganadería extensiva en zonas montañosas.11
Las adiciones de materia orgánica, de abonos verdes o los sistemas pecuarios con leguminosas han demostrado ser procedimientos eficientes para la conservación del suelo.14 La reducción de la labranza ha demostrado tener igualmente un efecto positivo en la conservación del recurso.

FERTILIZANTES

Se estima que las plantas sólo utilizan del 25 al 85% del nitrógeno aplicado (según cultivo, prácticas agrícolas, y condiciones edafológicas específicas). Esto provoca que muchas de las veces la aplicación de fertilizantes sea inadecuada o excesiva, dando como resultado el arrastre de los mismos por el agua o lixiviación. El uso de fertilizantes con nitrato soluble se traduce directamente en un incremento de nitrato (NO3-) en mantos freáticos, lo cual tiene implicaciones negativas en la salud humana y la calidad ambiental.15, 16 La ingestión de nitratos puede causar metahemaglobinemia o el síndrome de “blue baby” y se le relaciona también con el desarrollo de cáncer estomacal.17, 18 Existe una correlación estrecha entre el empleo excesivo de fertilizantes nitrogenados y la concentración de nitratos en el agua por encima de los límites permisibles, de 50 mg/l, de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (oms) y de 22 mg/l para la norma mexicana.
Hasta hace poco el problema de contaminación de mantos freáticos por nitratos fue considerado sólo un problema de las áreas rurales, pero hoy en día tiene impacto también en las urbanas. Un estudio de caso en el área rural en el estado de Yucatán15 mostró que la concentración de nitratos fluctuó de cero a 223 mg/l, con un promedio de 60 ± 46 mg/l. En otro estudio en la zona central del estado de Veracruz, se encontraron concentraciones de nitrato por encima de la norma nacional e internacional.16 En ambos casos el contaminante identificado fue el nitrógeno disuelto en forma de nitrato.
Nitratos y fosfato provenientes de fertilizantes solubles son causa de eutroficación de ríos y lagos, un proceso de enriquecimiento del agua con nutrimentos provenientes de fertilizantes minerales u orgánicos, que produce un crecimiento explosivo de algas y una posterior desoxigenación del agua cuando las algas perecen, efecto que provoca que los organismos acuáticos –como los peces– mueran.
En los últimos años se ha observado un decremento en el uso de fertilizante, particularmente en países desarrollados. Hoy en día, a través de lo que se conoce como “agricultura de precisión”, se realiza una variación espacial de aplicación de fertilizantes en función de la fertilidad del suelo, la demanda del cultivo y de otros parámetros. Este conjunto de prácticas puede en cierta manera mitigar los problemas de contaminación del ambiente. Tradicionalmente, el cultivo de leguminosas o plantas fijadoras de nitrógeno puede contribuir a reducir las aplicaciones de nitrógeno mineral, mientras que la promoción de micorrizas puede, por su parte, hacer más disponible el fósforo del suelo a las plantas cultivadas, opciones que deben ser más exploradas y empleadas.

DEFORESTACIÓN

Las selvas tropicales están desapareciendo rápidamente y esto implica un alto costo social, la pérdida de biodiversidad y emisiones de CO2 a la atmósfera. La tala y quema de bosques contribuye a elevar los niveles de CO2 en la atmósfera. El CO2 es uno de los gases con efecto invernadero y tiene además un impacto potencial en el ciclaje de nutrimentos por la comunidad del suelo. Un 60% de esta deforestación es atribuida a la agricultura de pequeña escala.19 La tasa de deforestación mundial de las selvas tropicales continúa aún alta, estimada en 11 millones de hectáreas/año.20 En América Latina las tasas de deforestación anual son del orden del 0.54 % y en México fluctúa entre las 500 a 700 mil hectáreas. Como sabemos, los bosques y las selvas tienen importantes funciones ecológicas reguladoras, representan el hábitat para millones de especies, protegen el suelo de la erosión y contribuyen a moderar el clima e inundaciones; además de proveer de satisfactores (leña, materiales de construcción, sustancias medicinales, elementos ceremoniales y otros) a muchas comunidades indígenas y rurales. En México, las causas que han contribuido a la deforestación han sido diversas, como son: la ampliación de la frontera agropecuaria, los incendios, los proyectos hidroeléctricos y de reacomodo de población, la explotación irracional, la especulación de la tierra, el establecimiento de complejos turísticos e industriales, los asentamientos poblacionales, entre muchos otros.
Los sistemas de roza-tumba-quema y el alto consumo de leña como combustible (consumo per capita 350 a 700 kg/año) implican una deforestación significativa en las regiones tropicales de México. La extensa cobertura selvática originalmente comprendía 110,000 kilómetros cuadrados de extensión, equivalente al 6% de la superficie total del país. Sin embargo, la actividad agropecuaria e industrial y el crecimiento urbano han convertido cerca del 80% de la extensión original de selvas en sistemas antropogénicos. En Tabasco, el 60% de la superficie del estado (24,141 km2) consistía de selvas húmedas, pero éstas fueron destruidas a un ritmo anual de 600 km2.21, 22
En México y muchos países del mundo, el drenaje de grandes áreas lagunarias, pantanos y marismas ha conducido a su reconversión en áreas agrícolas. Estos ecosistemas de alta productividad primaria,23 después de su desecación pierden no sólo su biodiversidad, sino también su productividad.24 Otros cuerpos de agua han sido drenados debido a que se ha desviado el agua para la agricultura. La desecación de cuerpos de agua ha resultado en la pérdida de la flora y la fauna acuática y es nota frecuente en diarios locales y nacionales.
Los sistemas agroforestales representan una alternativa sustentable de uso del espacio en la escala temporal, procurando la producción de alimentos, forraje, fibras y la conservación del suelo y de la biodiversidad, lo cual debe implicar un manejo sustentable del paisaje para que se logren diversos cometidos y servicios ambientales y beneficios sociales.25

Agricultura y deterioro ambiental

Se estima que la agricultura surge aproximadamente hace diez mil años. La evidencia más antigua que se tiene de la actividad agrícola se localiza en lo que ahora se conoce como Irak, territorio que correspondía antiguamente a Mesopotamia.1 Desde entonces y hasta principios del siglo xx, las repercusiones ambientales de la agricultura al parecer fueron mínimas; sin embargo, a partir de la Revolución Industrial y de la “revolución verde” el impacto de la agricultura en el ambiente y en la salud humana se ha recrudecido. Ciertamente, los problemas derivados de las prácticas agrícolas son tan viejos como la agricultura misma, pero la diferencia radica en la magnitud que actualmente alcanzan.
El impacto de la “revolución verde” en la producción mundial de alimentos es innegable. Se entiende por “revolución verde” a los cambios tecnológicos y al modo de practicar la agricultura como resultado de la transferencia, innovación y difusión de desarrollos agrícolas tecnológicos.
En las últimas cinco décadas, la agricultura mundial se ha orientado hacia el paradigma de la “revolución verde”, la cual ha implicado un incremento y dependencia de insumos sintéticos, intensificación y búsqueda de una mayor tasa de retorno financiero. Sin embargo, con el afán de elevar productividad y rentabilidad agrícola, se ha contribuido grandemente al deterioro ambiental. Tanto la agricultura tradicional como la moderna o industrial han tenido un efecto considerable en el ambiente. Los países desarrollados han logrado aumentar de manera significativa y permanente los rendimientos de sus cultivos, no así los subdesarrollados, en los cuales los rendimientos van a la baja debido entre otras cosas al deterioro de los recursos naturales.2 Los principales retos que tienen que enfrentar la agricultura mundial, los gobiernos y la sociedad en su conjunto, son los de satisfacer la demanda de alimentos y mantener niveles sustentables de los recursos naturales (suelo, agua, vegetación, fauna).

PLAGUICIDAS

Los plaguicidas son productos químicos utilizados para combatir plagas, enfermedades o malezas que afectan a los cultivos agrícolas y algunos de ellos son empleados en la sanidad pública.
A pesar de existir varios métodos de control de plagas (biológico, autocida y cultural), el control químico es el más extensamente empleado debido a su rapidez de acción; hecho que redunda en un mayor aseguramiento de la producción de alimentos, pero a un alto costo ambiental y de salud pública.3 Investigaciones del impacto de los plaguicidas en la vida silvestre señalan que éstos tienen efecto en la reproducción, crecimiento, desarrollo neurológico, comportamiento y en el funcionamiento del sistema endocrino e inmunológico de seres vivos.4 La exposición a plaguicidas puede ocasionar efectos en la salud humana, tanto crónicos como de intoxicación aguda. Los problemas crónicos incluyen cáncer, interferencia con el desarrollo del feto, disrupción del sistema reproductivo, endocrino, inmunológico y nervioso (efecto neurotóxico). En 1989, la World Health Organization (WHO) y el United Nations Environment Programme (UNEP) estimaron que se presentaban anualmente un millón de intoxicaciones agudas de personas por plaguicidas con aproximadamente 20,000 muertes.3 En un estudio realizado en Mérida, Yucatán,5 se encontró que los plaguicidas son utilizados frecuentemente como productos para suicidarse (79%) y en un 33% de los casos la intoxicación se produjo por la utilización de los plaguicidas.
Actualmente los plaguicidas –en su mayoría organoclorados y órganofosforados– han sido los productos mayormente utilizados para el control de plagas y enfermedades.6 El mal manejo de los plaguicidas ha dado como resultado que diversas plagas (mosquita blanca, pulgones y otras) se vuelvan resistentes a uno o varios insecticidas y que la población de enemigos naturales se haya reducido de manera drástica. Éste es otro problema grave del mal uso de plaguicidas, particularmente por la aparición de nuevas plagas y plagas super-resistentes.7
Los plaguicidas y herbicidas afectan adversamente a la fauna edafológica, al ciclaje de nutrimentos en el suelo, a las poblaciones de insectos benéficos, a los procesos naturales de reproducción y a los problemas relacionados con bio-acumulación en la cadena trófica. Los plaguicidas pueden acumularse en la cadena trófica y alcanzar hasta el último eslabón de la cadena (el ser humano o los animales carnívoros) en concentraciones verdaderamente tóxicas y con manifestaciones patológicas severas en muchos casos. En el año de 1962, Rachel Carson8 denunció a través de su libro Silent Spring los riesgos y los impactos ambientales ocasionados por los plaguicidas al ambiente y a la salud humana.
Entre 1991 y 1996 se dio una reducción del uso de plaguicidas en ciertos países, en particular en aquellos en los cuales la normatividad está orientada a la reducción de su empleo y es más estricta. Son notorios los casos de países como Finlandia (46%), Holanda (43%), Dinamarca (21%) y Suecia (17%).9 Sin embargo, en otros países se ha observado, por el contrario, un incremento en su utilización, específicamente en España (19%), Francia (11%) e Inglaterra (6%).
Una de las alternativas que intentan reducir el exceso en el uso de plaguicidas en la agricultura es el Manejo Integrado de Plagas (MIP). Éste consiste en encontrar y emplear métodos biológicos, culturales y otros para reducir las poblaciones de insectos plaga, de tal manera que ocasionen el menor impacto económico y productivo y que los sistemas sean menos dependientes de plaguicidas. Otra opción es la agricultura orgánica que proscribe el empleo total de plaguicidas y se basa en la aplicación de abonos orgánicos y prácticas agrícolas que están diseñadas para restablecer y mantener un balance ecológico de la biodiversidad (insectos plagas e insectos benéficos). El manejo de plagas se lleva a cabo aplicando controles como la rotación, el reciclaje de residuos, el incremento de poblaciones de insectos benéficos, los cultivos trampa, los atrayentes, la diversificación del hábitat y otros.

IMPORTANCIA DE LA AGROECOLOGIA

IMPORTANCIA DE LA AGROECOLOGIA

De acuerdo a la organización Life Science Institute y Asociación Vida Sana de Espana la Agroecología es una opción productiva y socioeconómica puesto que:

·   Protege a las futuras generaciones.
·   Frena la erosión del suelo.
·   Defiende la calidad del suelo.
·   Ahorra de energía.
·   Produce alimentos sin químicos y mejor calidad.
·   Preserva la salud del consumidor.
·   Garantiza la sobrevivencia de las pequeñas granjas.
·   Los costos de producción y venta son reales.
·   Favorece la biodiversidad.

En un sentido de mayor amplitud, la Federación Internacional de Movimientos de Agricultura Orgánica que representa a mas de 700 organizaciones y empresas dedicadas a la producción alternativa, propone que estos sistemas de producción:

·   Producen alimentos de elevada calidad nutritiva.   Al respecto, es bien conocido que los productos biológicos contienen mayor cantidad de materia seca por unidad de peso fresco.  Igualmente, y en forma general, se ha encontrado que las proteínas tienden a ser de mejor calidad; y el contenido en oligoelementos y vitaminas es más alto en los productos orgánicos.  Por ejemplo, en la Tabla 1 se observan las diferencias existentes entre los productos biológicos y convencionales desde el punto de vista nutritivo.

·   Interactúan compatiblemente con el Medio Natural favoreciendo el adecuado uso, aprovechamiento y conservación tanto de los recursos renovables como no renovables.   En este sentido, diversos autores han desarrollado investigaciones que demuestran  el mejoramiento y mantenimiento de la fertilidad del suelo por medio de practicas como la utilización de abonos orgánicos, utilización de especies vegetales locales, aprovechamiento de condiciones botánicas para el control de plagas y enfermedades, entre otras.

·   Minimizan todas las formas de contaminación.  Por ejemplo, instituciones como la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia ha desarrollado modelos de prevención de la contaminación de aguas con residuos orgánicos, los cuales se integran al sistema de producción como ingredientes para la producción de abonos orgánicos y alimentación animal.


·   Progresan hacia una cadena de producción, procesamiento y distribución que sea socialmente justa y ecológicamente responsable.

Uso de plaguicidas

La agroecología; una esperanza para el campo y las familias campesinas


 La crisis ecológica es una de las consecuencias más lamentables del actual modelo de producción y consumo, los agroquímicos solo agravan el problema. Para Toledo (2003), esta situación “es una expresión tangible y concreta del proceso de globalización, y es a su vez también la consecuencia mas relevante del impresionante desarrollo y expansión de la civilización industrial y de sus aparatos tecnológicos”, sin
embargo agrega, “el producto mas relevante de esta sociedad industrial es el posicionamiento de la naturaleza respecto de la sociedad y de la sociedad respecto de la naturaleza”. Ahora como nunca el hombre comienza a tomar conciencia de su estrecha relación con el medioambiente y de los efectos de sus acciones. Estamos en el preámbulo de una nueva generación de seres humanos concientes y dispuestos a cambiar sus practicas cotidianas para abonar a una relación mas sana y racional hacia el medioambiente.

Roberto Caporal y Jaime Morales (2006) nos dicen que la gran cantidad de prácticas de desarrollo local y de estilos de agricultura sostenible que están presentes en el territorio latinoamericano, permiten afirmar que existen ya las condiciones indispensables para el cambio de la agricultura basada en los enfoques hegemónicos, hacia agriculturas sociocultural y ambientalmente sostenibles, así mismo consideran que el desarrollo rural sustentable, es una necesidad urgente ante la crisis del sector rural en la región, y las evidencias mostradas por las experiencias agroecológicas comienzan a tener presencia en las instituciones. Afortunadamente, se considera que la agricultura orgánica es una de las actividades económicas de más rápida expansión en nuestro país y el mundo, tan solo en la última década del siglo XX creció arriba de 25% anual, y de 45% a partir de 1996 (Pérez, 2008, La Jornada, 15 de enero). En México se registra ya 87mil 174 productores orgánicos, con 307 mil 692 hectáreas lo que significa el 2.9% de la superficie agrícola nacional (Gómez, 2008, La Jornada, 15 de enero), 204 mil 489 hectáreas mas que en el 2000, lo que significa que en 7 años casi se duplico la superficie de cultivo. Esto coloca a nuestro país en el lugar 15 a escala global en la producción y superficie destinada a la agricultura orgánica.

Laura Gómez Tovar, investigadora externa del CIESTAAM de la Universidad Autónoma Chapingo8, afirma que actualmente en México se cultivan 307 mil hectáreas con 95 productos orgánicos diferentes, contándose ya con más de 83 mil productores involucrados, y una generación de 270 millones de dólares en divisas. Las tasas de crecimiento de la agricultura orgánica superan el 33% anual en superficie, proceso generado por los productores que han encontrado en esta agricultura, un mecanismo de defensa ante la crisis aguda del sector agropecuario (7). Estas cifras, nos hacen pensar que el modelo de desarrollo rural sustentable es más que una remota posibilidad utópica, es un camino en proceso, para quienes lo viven no solo como una actividad que permita el sustento económico, sino que hacen de la sustentabilidad una forma de vida.

Lo que en 1972 en Estocolmo nació como una propuesta para una sociedad sustentable, fue adoptado no solo por los intelectuales, si no también por diversos movimientos sociales: Ambientalistas, conservacionistas, pacifistas, organizaciones de agricultores orgánicos, pueblos indígenas, ciertos sectores religiosos, partidos políticos y algunos grupos empresariales de avanzada. Esta propuesta de la sociedad sustentable, implica adoptar una nueva ética global por la solidaridad y la supervivencia (Toledo, 2003). En nuestro país, la agricultura debe ser estimulada por su valor para proporcionar alimentos y cuidar el medioambiente y no para competir o exportar, simplemente porque no esta en condiciones (Robles, 2008). Por lo tanto resulta urgente la gestión de incentivos económicos gubernamentales para las familias campesinas que produzcan sus propios insumos alimenticios y que aporten a la comunidad alimentos libres de agroquímicos y aguas residuales. Así mismo se deberemos exigir se implanten sanciones severas para aquellos agroempresarios que sobre explotan los mantos acuíferos o que riegan con aguas no aptas para siembra y que con el uso de agroquímicos erosionan la tierra de forma dramática y abecés irreversible, además de contaminar el aire y los mantos freáticos, existe la vulnerable situación de los jornaleros que migran de un lado a otro del país buscando un sustento económico y que resultan seriamente afectados por el uso de agroquímicos altamente tóxicos.
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Las autoridades han mostrado una absurda tolerancia hacia este tipo de agricultura, sin embargo resulta urgente que se tomen medidas regulatorias ya que lo que esta en juego no solo son fuentes de inversión y empleo, sino la soberanía alimentaria de una nación así como la salud de su ecosistema y sus habitantes. Tomar a la familia campesina como la punta de lanza para el desarrollo del campo así como para el crecimiento económico del país es hoy más que una posibilidad es una necesidad urgente.

La crisis económica de Estados Unidos y la consecuente repatriación de miles de connacionales campesinos, implica un reto sin precedentes para el estado. La desaceleración económica de nuestro país es una realidad que no ofrece alternativas laborales suficientes ni siquiera para los que actualmente habitamos. Habremos que estar al pendiente de las próximas decisiones que se tomen en torno al campo mexicano, pero principalmente será necesario hoy más que nunca, participar activamente para apoyar y respaldar ciudadanamente a los miles de campesinos que se han venido organizando en una lucha que no puede dar marcha atrás. Quienes habitamos en las ciudades estamos obligados moralmente a respaldar a quienes con su trabajo permiten nuestra existencia en estas cada vez mas extensas e insustentables urbes de concreto.

El modelo de desarrollo rural sustentable y la agroecología

Guzmán, González, Sevilla consideran que el pensamiento científico liberal entiende el concepto de desarrollo dentro de la economía, como el crecimiento económico acompañado de un cambio social y cultural de una determinada sociedad, sin embargo consideran, que no se debe desligar el concepto de las palabras que le originaron; evolución, crecimiento y maduración. Insisten en que el concepto de desarrollo debe ser entendido, como un cambio favorable, un paso de lo simple a lo complejo, de lo inferior a lo superior, un avance hacia una meta deseable, por lo tanto va mas allá, hablar de desarrollo implica una situación no concluida, una cuestión en constante evolución. Siguiendo a estos autores, si el desarrollo esta centrado en las áreas rurales en las que se pretende mejorar la calidad de vida de su población, a través de procesos de participación local y mediante la potencialización de sus recursos propios, éste se define como desarrollo rural. Son diversos trasfondos teóricos en los cuales se puede concebir el desarrollo rural, pero por ahora nos centraremos en el desarrollo rural sostenible desde la propuesta de la agroecología, la cual consideran Caporal y Morales (2006) es la base de una verdadera sustentabilidad rural, en este sentido explican que la actividad agrícola, desde esta perspectiva, necesita proteger y conservar los recursos naturales, así como producir alimentos sanos, libres de contaminantes químicos y accesibles a toda la población. Agregan que, la agricultura para ser sustentable no puede ser causante del éxodo rural, y no puede ser responsable por la contaminación del aire, del suelo y del agua. Por lo tanto Guzmán, González, Sevilla (2000) coinciden con que el concepto de agroecología se basa en el manejo ecológico de los recursos naturales para el diseño de métodos de desarrollo endógeno, así mismo necesita utilizar en la mayor medida posible los elementos de residencia específicos de cada entidad local. Estos autores, sostienen que a través de la agricultura participativa las formas de acción social colectivas potencian su capacidad endógena de transformar. Lo endógeno debe visualizarse como algo en continuo movimiento en donde cabe la internalización de lo externo, siempre y cuando tal asimilación respete la identidad local y como parte de ella, la auto definición de calidad de vida y que no resultan agresivos, ni antitéticos a su lógica de funcionamiento (Guzmán, González, Sevilla 2000). Asumir como viable y urgente un modelo de producción como el ya expuesto, implica más que el aprovechamiento responsable del uso de los recursos naturales del campo, ya que propone una lógica distinta de entender al ser humano en su relación y compromiso las demás formas de vida y con el medio ambiente.